domingo, 17 de junio de 2007

SUPERÁVIT ESTRUCTURAL DEL GOBIERNO

Pilar fundamental para la estabilidad macroeconómica



La meta de superávit de 1% del PIB fue establecida para asegurar la sostenibilidad de las finanzas públicas y generar ahorros para el país y así provisionar gastos futuros que el Gobierno ha comprometido. Este y otros temas claves de la regla del Balance Estructural establecida por la administración del Presidente Lagos, en este nuevo especial informativo del Ministerio de Hacienda.Chile forma parte de este mundo globalizado, y como país pequeño sus perspectivas de crecimiento pasan por estrechar y mantener relaciones comerciales y financieras con los otros países. Para ello, las políticas e instituciones de un país juegan un rol crucial, ya que ellas permiten la construcción -muy difícil por cierto para los países en desarrollo- de un activo que es fundamental en toda transacción: la confianza.Chile ha invertido en esto a través de diferentes frentes, y uno muy importante ha sido dar credibilidad y transparencia a su política macroeconómica. En particular, la política fiscal ha jugado un papel fundamental, logrando consolidarse, en los últimos 15 años, como un pilar macroeconómico fundamental, a través de un fisco responsable y austero. Como parte de este proceso, tanto para reforzar lo avanzado en responsabilidad fiscal durante los noventa como para permitirle jugar un rol más activo a la política fiscal durante el ciclo económico, el Gobierno introdujo desde 2000 una regla de superávit estructural del 1% del PIB.El Balance EstructuralLa política fiscal del gobierno del Presidente Lagos se ha basado en una regla preanunciada que orienta las decisiones de gasto de modo de alcanzar, año a año, un superávit estructural para el gobierno central equivalente a 1% del PIB.Se ha optado por este indicador de metodología simple, ampliamente conocida y de corriente aplicación en los países desarrollados, ya que permite aumentar la transparencia, credibilidad y eficacia de la política fiscal. Adicionalmente, a diferencia de otros países en desarrollo, las características de las finanzas públicas en Chile —amplia base tributaria, indexación de buena parte de los ingresos fiscales y bajos niveles de endeudamiento— garantizan la viabilidad de la construcción y utilización de este indicador como base para una regla de política.El balance estructural (o balance cíclicamente ajustado) refleja el balance presupuestario que hubiese existido en el gobierno central si la economía se hubiese ubicado en su trayectoria de mediano plazo, aislando los principales factores cíclicos que inciden sobre las finanzas públicas. En particular, en el caso de Chile muestra el monto que alcanzarían los ingresos y gastos fiscales si el producto estuviese en su nivel tendencia y el precio del cobre fuese el de mediano plazo. De este modo, excluye los efectos cíclicos de dos factores de gran importancia para la recaudación fiscal en Chile: la actividad económica y el precio del cobre.Basar la política fiscal en la mantención de un balance estructural definido tiene varias ventajas. Una de ellas es que, por construcción, permite la operación de los llamados estabilizadores automáticos, es decir, aquellas partidas de ingresos y gastos que se ajustan automáticamente al ciclo, con lo que la política fiscal actúa como estabilizadora del ciclo económico. En particular, la existencia de la regla de superávit estructural permite que la política fiscal sea expansiva cuando se está en presencia de un ciclo de baja actividad, sin con ello entorpecen el rol de la política monetaria ni aumentar la percepción de riesgo por parte de los inversionistas extranjeros.Un beneficio adicional de la regla del superávit estructural es que, una vez en régimen, permite una mejor proyección de los gastos del gobierno. Nuevamente, debido a que el gasto aumenta de acuerdo al PIB tendencial y a la variación del precio del cobre de mediano plazo, su evolución es más predecible y estable que bajo diseños alternativos. Esto permite un mejor diseño de los distintos programas de gobierno que, por su naturaleza, requieren de un horizonte de planeación extendido, y evita ajustes abruptos en el gasto público en los extremos del ciclo.Cabe destacar que conducir la política fiscal basada en una regla pública pone a Chile en la frontera del diseño de política macroeconómica. Con el nuevo esquema de política fiscal se ha logrado generar una mayor credibilidad y confianza por parte de los inversionistas nacionales y extranjeros. Entre los países que han adoptado este tipo de reglas destaca el caso de Suiza, que también formula su política fiscal basado en el crecimiento del PIB tendencial. Los países europeos que están dentro del Tratado de Maastricht, por su parte, utilizan el balance estructural como uno de sus indicadores de coordinación y han comenzado a evaluar utilizar explícitamente este indicador en una nueva versión se su Pacto de Estabilidad y Crecimiento. El FMI y la OCDE, por su parte, utilizan habitualmente en sus reportes el concepto de balance estructural como una medida de la situación fiscal de los países industrializados.La meta del 1%La meta del superávit estructural del 1% del PIB fue establecida para asegurar una dinámica de acumulación de activos que pudiera financiar los compromisos futuros del gobierno que crecían más rápido que los ingresos fiscales y las potenciales obligaciones de gastos. Entre estas últimas las más relevantes son: el gasto futuro por pensiones mínimas y asistenciales, las garantías de ingresos mínimos de las concesiones en infraestructura, la garantía estatal a los depósitos y las demandas legales contra el fisco. Las pérdidas cuasi fiscales del Banco Central también deben sumarse a las obligaciones anteriores.


















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